La ciudad de San Carlos de Bariloche – más conocida como, simplemente, Bariloche – es uno de los principales puntos turísticos de Argentina. Esto le supone un gran honor en un país que tiene tantos atractivos naturales para el viajero, como las cataratas de Iguazú, los cerros de Salta o las ballenas de la Península de Valdés.
Esta población, que reposa a orillas del lago Nahuel Huapí, en la provincia de Río Negro, es considerada como el centro de esquí más importante de América Latina -y uno de los top a nivel mundial – pero ha sabido aprovechar su impresionante entorno natural para adecuar su oferta turística a cualquier estación del año.
A continuación os ofrecemos una pequeña guía para que podáis disfrutar al máximo de una de las perlas de los Andes americanos.
¿Cómo llegar?
Desde Europa, compañías como Iberia, LAN y Aerolíneas Argentinas tienen vuelos regulares con Santiago de Chile y Buenos Aires.
Por tierra, existe casi la misma distancia y tiempo de viaje desde ambas capitales, aunque es más recomendable el viaje desde Buenos Aires debido a que os ahorraréis la pesada burocracia de cruce de frontera y los autobuses argentinos son los más cómodos que he probado jamás.
Si vais bien de dinero y queréis ahorraros el largo trayecto por carretera (entre 20 y 24 horas), podéis tomar un vuelo interno al aeropuerto internacional de Bariloche (Teniente Luis Candelaria). Las compañías Aerolíneas Argentinas, LAN Argentina y LADE operan regularmente. También las aerolíneas de bandera de los países vecinos vuelan en los meses de temporada alta.

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Los más románticos pueden optar por el Tren Patagónico, que conecta la ciudad con Viedma, en la costa Atlántica.
La ciudad de Bariloche
Bariloche tiene un emplazamiento inmejorable. A orillas del gran lago Nahuel Huapí y rodeada por innumerables cerros andinos, frondosos bosques y bravos ríos, es un retiro natural perfecto para el viajero.
Los primeros habitantes de la ciudad eran descendientes de emigrantes alemanes y centroeuropeos. A ellos se debe la arquitectura de las casas del centro de la ciudad.
Uno pasea por sus calles, entre sus casas de madera con tejados triangulares, y piensa que se encuentra en algún pueblecito suizo de montaña. La gran cantidad de chocolaterías, tiendas de souvenirs, restaurantes y bares -también de madera- y oficinas de turismo existente, transmite la sensación de encontrarte en una eterna ciudad vacacional. Y la idea no anda muy lejos de la
realidad.
Bariloche es también un buen lugar para salir de fiesta. Numerosos bares y discotecas se encuentran tanto en el centro como en las afueras y abren sus puertas hasta bien entrada la madrugada. Si queréis disfrutar de bailes y copas, os aconsejo que vayáis en los meses de julio y agosto (temporada alta de esquí) o enero y febrero (verano austral). Sin embargo, tened en cuenta que es el destino por excelencia de los alumnos que acaban la secundaria. ¡Yo evitaría coincidir con ellos!
Esquí en invierno
Desde mediados del siglo XX los habitantes de Bariloche comenzaron a esquiar en los cerros cercanos a la ciudad. Las primeras pistas se abrieron en Cerro Otto pero, hoy en día, el centro de esquí más famoso de toda Sudamérica es el de Cerro Catedral, a 20 km de Bariloche.
Las pistas reciben cada año a decenas de miles de esquiadores nacionales e internacionales, predominantemente brasileños, chilenos y europeos que buscan esquí cuando el verano consume Europa.
Actividades de verano
Para mí, que no soy amante de los deportes de invierno, la primavera y el verano son las mejores épocas para visitar Bariloche y sus alrededores. Días con largas horas de luz solar te permiten disfrutar al máximo de todas las bellezas naturales del lugar.
El Parque Nahuel Huapí recibe casi un millón de turistas cada año. Y lo entiendo. Es uno de los parques naturales más bellos que encontré en mis viajes. Se puede elegir entre diversas actividades: montar a caballo, pasear en kayak, rafting, bicicleta, escalada… O, simplemente, caminar entre bosques patagónicos (con sus vistosos arrayanes), lagos de varios tonos de azules y cerros cuyas cimas te ofrecen unas vistas que nunca olvidarás.
Entre estos últimos os aconsejo subir al Cerro López (2075 metros sobre el nivel del mar), muy cercano a la ciudad de Bariloche y apto para casi todos los perfiles. Cerca de la cumbre hay un refugio gratuito donde pasé una divertida noche con otros excursionistas. No hay luz eléctrica así que os aconsejo llevar linternas y víveres. Lo ideal es llegar al atardecer al refugio e intentar hacer cima al amanecer del día siguiente.
Todas las actividades que impliquen guía o equipamiento tienen un precio algo elevado respecto a otras zonas del país. Debéis abonarlas en la moneda local, el peso argentino, que podrás conseguir fácilmente si te decides por cambiar moneda extranjera con Global Exchange.