Mucha gente va a Río de Janeiro (Brasil) con los principales lugares de interés bien señalados en su guía de viaje. El Cristo Redentor del Corcovado, el Pan de Azúcar, las playas de Ipanema y Copacabana, Maracaná (para los futboleros) y quizá alguna cosa más.
Es cierto que todos estos lugares tienen un gran atractivo, pero lo que no saben es que Río es mucho más que todo eso. Es una ciudad cálida y húmeda, como su gente, y te atrapa en cuanto rascas un poco más allá de su superficie más turística.
Aquí os dejamos cuatro planes que pueden haceros ver otra cara de Río y alrededores más allá de las simples visitas a sus iconos turísticos.
Vive unos días cerca de las playas
En mi segunda visita a la antigua capital de Brasil decidí vivir la experiencia más cerca de la gente local. Para ello, me alquilé un piso por dos semanas a dos calles del paseo marítimo de la playa de Copacabana, la más famosa de Río junto con las de Ipanema y Leblon.
La vida en Río transcurre alrededor de la playa. Por la mañana los bañistas aprovechan para lucir sus cuidados y trabajados cuerpos, pero cuando cae la noche la actividad se multiplica exponencialmente. Todo el mundo hace deporte en el paseo marítimo o la arena. Hay gente corriendo, caminando, jugando al fútbol, al futvóley, al vóley playa, haciendo gimnasia, patinando, paseando en bicicleta, malabaristas, equilibristas… Una explosión de vida que contagia a cualquiera. No hubo una sola noche que no bajara a sumergirme en esa vorágine de actividad que alegra la vida.
Si te ofreces a participar con los brasileños en algún deporte de equipo, comprobarás que los cariocas -como se llama en Brasil a los habitantes de Río- son abiertos y cálidos y, muy probablemente, acabarás tomándote una Brahma (cerveza brasileña) o caipirinha con ellos.

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Piérdete por las calles del artístico bairro de Santa Teresa
Santa Teresa es el barrio (bairro en portugués) bohemio de Río de Janeiro.
Durante el boom de la industria del café de finales del siglo XIX, este barrio, cuyas casas se encaraman a una de las colinas (morros) de la ciudad, floreció y proliferaron las mansiones coloniales. Décadas más tarde llegó la decadencia al extenderse las favelas por las colinas circundantes, convirtiendo Santa Teresa en una zona algo peligrosa.
Esto comenzó a cambiar en la década de los 70, cuando numerosos artistas -pintores, músicos y escritores- se mudaron aquí y reformaron las deterioradas casas coloniales.
Hoy en día es una zona alternativa donde son habituales las actuaciones musicales callejeras, junto a galerías de arte, pequeñas tiendas de artesanía y un gran número de barecillos y restaurantes que le confieren un encanto de pequeño pueblo, dentro de la megaurbe que es Río. No dejéis de tomaros una buena feijoada con cerveza en el mítico Bar do Mineiro.
Caminad sus empinadas calles hasta llegar a la emblemática plaza Largo dos Guimarães, punto neurálgico de Santa Teresa, y dejaos llevar por la energía de este lugar apodado como el Montmartre carioca.
Disfruta de la naturaleza en el Parque Nacional de Tijuca
El bosque de Tijuca (situado a 20 km del centro de Río de Janeiro) es una muestra viviente de la rectificación de los errores humanos. Una selva de casi 4 hectáreas replantada en la segunda mitad del XIX, tras la preocupante deforestación que sufrieron las tierras de las afueras de Río de Janeiro, causada por el cultivo intensivo de café y caña de azúcar. Es el auténtico pulmón de Río, regulando la temperatura de la ciudad y erigiéndose como una de sus principales reservas acuíferas.
El Parque Nacional de Tijuca es mundialmente famoso porque en la cima de una de sus colinas -la del Corcovado – se encuentra el Cristo Redentor, pero hay mucho más que eso. Los senderos que recorren el parque entre especies de árboles propias de la selva atlántica llevan a cascadas, miradores, riachuelos, pequeños lagos e incluso capillas y restaurantes. Perfecto para pasar el día lejos de los humos de la ciudad.
Excursión a Ilha Grande.
Dos horas al sur de Río se encuentra la pequeña población de Angra do Reis. Aquí debéis tomar un barco que os lleve al paraíso selvático y submarino que es Ilha Grande.
Desembarcaréis en una de las pocas partes pobladas de una isla tomada absolutamente por la naturaleza. Muchas compañías de aventura operan en ella y os ofrecerán actividades como submarinismo o buceo (en aguas llenas de peces tropicales, corales y estrellas de mar), paseo en kayak o caminatas entre la selva guiados por un experto en flora y fauna.
Como siempre ocurre en Brasil, también hay sitio para buenos bares y restaurantes que sirven de calentamiento antes de abordar la discoteca de Ilha.
Muchos vienen a pasar el día y regresan a la ciudad, pero os aconsejo que paséis al menos una noche aquí.
La moneda con la que deberéis pagar en Brasil es el real brasileño y podéis conseguirlo cambiando vuestra moneda con Global Exchange.
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