Bruselas (Bélgica) es el corazón de Europa, si no el geográfico (que se encuentra en Lituania), sí el administrativo. Es allí donde están el Parlamento Europeo y la Comisión Europea y, por tanto, el lugar donde se deciden muchas de las cosas que afectarán a cada uno de los países que forman parte del continente. O, al menos, a aquellos que están en la lista de países de la Unión Europea.
Es por ello que esta antigua ciudad ha renacido, ha cambiado su fisonomía y se ha modernizado, como obligaban las instituciones que allí se encuentran. A raíz de ello, Bruselas empezó a destacar en la lista de ciudades que merecen ser visitadas y si bien antes era base para conocer otras ciudades de la atractiva Bélgica, ahora ha cobrado protagonismo por sí misma, ofreciendo al viajero un buen número de atractivos culturales, gastronómicos e incluso como ciudad para ir de compras.
De modo que, ¿nos vamos a Bruselas?
¿Cómo llegar a Bruselas?
Podemos llegar a nuestro destino en coche, tren y, por supuesto, en avión. Si lo hacemos de este último modo, tendremos que elegir entre dos aeropuertos y luego, desde allí, llegar del aeropuerto al centro de Bruselas. El de Zaventem es el más cercano a la capital belga, siendo el principal aeropuerto de Bélgica. El de Charleroi, también conocido como Bruselas-Sur, es al que llegan generalmente los vuelos de bajo coste y se encuentra a 55 kilómetros de Bruselas. Desde ambos lugares se puede llegar a la ciudad en taxi, bus o shuttle, pero si llegamos a Zaventem, también podremos utilizar el tren como medio de transporte al centro de la capital belga.
¿Qué ver en Bruselas?
Entre los atractivos más conocidos de Bruselas, destaca la Grand Place, sin duda una de las plazas más bonitas de la vieja Europa, a la que asoman edificios de singular belleza, como el blanco Ayuntamiento con su decoración llena de esculturas y detalles singulares. Hoy muchos de los edificios que rodean la plaza alojan en su planta baja restaurantes, chocolaterías y tiendas.
Los alrededores de esta plaza son un puñado de calles estrechas con algunas casas con gabletes en su fachada. Aquí todo está pensado para satisfacer las necesidades del viajero pues esta zona es el corazón turístico de la ciudad. Y es precisamente en esas calles donde el viajero encontrará en una esquina al Manneken Pis, el niño meón símbolo de la ciudad.

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Pero Bruselas no acaba en la Grand Place. Hay que alejarse de allí y buscar las plazas de Grand Sablon, con sus chocolaterías, su mercado de antigüedades y su bonita iglesia a la que merece la pena entrar para contemplar cómo la luz se filtra por su vidrieras.
Apenas hay que cruzar una calle y uno estará en otro encantador lugar de la ciudad, el jardín de Petit Sablon. Allí, una fuente monumental observa a los visitantes que se sientan en los bancos a disfrutar de ese sol que tanto se hace de rogar por esos lares.
Estando allí, basta caminar unas manzanas en dirección a la Place Royale para encontrarse con el Museo de Bellas Artes, un espacio único en la ciudad para los amantes de la pintura y la escultura en el que se celebran exposiciones especiales con bastante frecuencia. Y por supuesto, hay que llegar al Museo de Instrumentos Musicales que se encuentra ubicado en lo que fueron los antiguos almacenes Old England, un precioso edificio Art Nouveau que ofrece , desde su terraza, unas vistas sin igual del casco antiguo de Bruselas.
Y ya que hablamos de Art Nouveau, mencionar a Víctor Horta, un arquitecto belga pionero del modernismo. Todo Bruselas está salpicado de edificios de este estilo y entre ellos es interesante conocer la casa de este artista, que aunque alejada del centro, merece ser visitada por ofrecer una visión fantástica de cómo era habitar la casa de un artista donde desde la fachada hasta los muebles forman parte de la historia del Art Nouveau.
Para aquellos que dispongan de tiempo y ganas, alejarse del centro de la ciudad ofrece también la posibilidad de conocer lugares como el Parque del Cincuentenario con su arco a la entrada, al cual se puede subir de forma gratuita. O por supuesto ir hasta el Atomium, sin duda uno de los símbolos de Bruselas e incluso de Bélgica.
Cuando nos entre hambre en Bruselas no tendremos problema para satisfacerla. Sus famosos mejillones, las croquetas de camarones y la carbonada flamenca son platos típicos, junto a las patatas fritas presentes acompañando cualquier comida. Para beber, siempre cerveza, por supuesto (tómala de distintas formas en el afamado Delirium Tremens). Y de postre, ¿qué mejor que unos bombones? ¿O quizás un gofre…?
Sin duda, Bruselas es una ciudad moderna que satisface con su gran oferta a cada visitante que pasa por ella, ya busque arte, gastronomía o agradables paseos por sus calles o parques.
Recuerda que la moneda en curso en Bélgica es el euro, por lo que si perteneces a otro país de la eurozona, es aconsejable que te hagas con ella. Una buena opción es cambiar tu moneda con Global Exchange.
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