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La Plaza Roja de Moscú, visita al ombligo de Rusia

La Plaza Roja de Moscú, visita al ombligo de Rusia

Ocurre a menudo que antes de viajar a algunos lugares, solemos tener ideas preconcebidas de los mismos. Ello ocurre, por ejemplo, con Rusia. Si se piensa en San Petersburgo, suelen venir a la cabeza imágenes de grandes palacios y museos, amplias y ricas avenidas y bonitas iglesias. Sin embargo, no pocos viajeros piensan que Moscú debe ser una ciudad gris, burocrática, fría y aburrida. Nada más lejos de la realidad.

Os aseguro que hay mucho que ver en Moscú y que un mínimo de 3 o 4 días son necesarios para la que es una de las más monumentales capitales de toda Europa.

En esta entrada, os hablaremos de la Plaza Roja de Moscú, verdadero ombligo de la capital rusa y de la que, nuevamente, las ideas preconcebidas nos traen imágenes de multitudinarias concentraciones y desfiles militares como demostración del poder militar soviético del siglo XX.

Sin embargo, en la actualidad, la Plaza roja de Moscú es un lugar lleno de encanto y con un montón de rincones que visitar para la que es una de las plazas de mayores dimensiones del mundo entero. Trescientos metros de longitud y más de setenta de ancho son sus dimensiones. Y por si fuera poco, la plaza entera, incluida la Catedral de San Basilio, forma parte de la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Un buen lugar para entrar a la Plaza Roja es desde la contigua plaza Manezhnaya. Un pequeño arco situado por detrás de la diminuta capilla de la Madre de Dios de Iberia nos da acceso a la Plaza Roja. No os perdáis esta capilla, de las más sencillas de la ciudad, pero enormemente sentida por los ortodoxos. Es habitual que esté repleta de fieles desde primeras horas del día.

Tras entrar en la plaza, nos llama la atención una iglesia situada a mano izquierda. Es la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, de acceso gratuito y que no os debéis perder. Lo que vemos, en la actualidad, es la reconstrucción llevada a término en la década de los 90 del siglo XX. Por desgracia, Stalin se llevó por delante parte del patrimonio religioso en tiempos de la extinta URSS. Tras la caída del régimen, algunos de los templos fueron erigidos de nuevo. Esta iglesia está pintada de color rojizo y coronada por un tambor y una cupulilla dorada. También suele estar llena de fieles.

Seguiremos, a partir de estar iglesia, una ruta circular alrededor de esta Plaza Roja siguiendo el sentido de las agujas del reloj.

El siguiente edificio es una construcción que ocupa todo el lateral norte de la plaza, de noble planta y alzado. Se trata de los Almacenes GUM, los más lujosos de la ciudad en la actualidad, aunque en la época comunista no eran más que los almacenes estatales. Este edificio rezuma el glamour de las galerías de finales del siglo XIX, momento en que fue alzado. Las tiendas, de todo tipo, suelen ser carísimas aquí, pero no lo es tanto el riquísimo helado de dos bolas que sirven en el quiosco de la galería central de los GUM. Por 90 rublos rusos (1,3 euros) tendréis un helado de dos bolas.

En la parte baja de la Plaza Roja encontramos el edificio fetiche de la misma. Se trata de la iglesia que todos los turistas andan buscando y tratan de inmortalizar. Me refiero a San Basilio, construido a mediados del siglo XVI, en un estilo jamás visto hasta aquel momento por orden del zar Iván el Terrible. El juego de cúpulas multicolor es una delicia y forma parte del imaginario ruso. Para visitar el interior hay que pagar una entrada de 500 rublos (7 euros), pero merece la pena. La disposición es bien curiosa, con un conjunto de capillas que se articulan alrededor de la central.

Seguimos rodeando la Plaza Roja cuyo nombre, por cierto, nada tiene que ver con el color del comunismo sino con la belleza. Porque rojo significa «bonito» en ruso antiguo. El lado sur de la plaza está cerrado por las murallas del Kremlin, otro lugar imprescindible de Moscú. Pero justo enfrente de las mismas, localizamos un edificio especialmente importante en esta plaza Roja. Se trata del Mausoleo de Lenin. Aquí está embalsamado uno de los personajes más decisivos en el advenimiento de la URSS y visitarlo es posible. Para ello os tenéis que acercar los martes, miércoles, jueves o sábados, entre las 10.00 y las 13.00 horas. No tenéis que pagar nada para ver al antiguo dirigente. Eso sí, se tratará de una visita rápida y de cortesía y tendréis que dejar las cámaras en la taquilla.

El oeste de la plaza se cierra con otro edificio realmente de impresión. Es el monumental Museo Nacional de Historia, menos visitado por los turistas, que suelen preferir la Galería Tretiakov o el Museo Pushkin de Bellas Artes. El edificio, de color rojo, es espectacular y muy fotogénico. En su interior, se muestra la evolución de la patria rusa desde la prehistoria hasta la actualidad, con piezas de importante valor antropológico. Visitarlo tiene un precio de 400 rublos (unos 5,6 euros).

La visita a la Plaza Roja os llevará la mañana entera, particularmente, si queréis visitar el mausoleo de Lenin, donde se suelen formar algunas colas. Sin embargo, es una de las visitas que más recordaréis en un viaje a Rusia. Y si me permitís un consejo, os diría que cuando caiga el sol os acerquéis nuevamente a la plaza. No hay momento más mágico, con todos los grandes edificios iluminados en plena noche.

Dónde cambiar moneda en Rusia

Para viajar a Rusia, necesitarás rublos rusos. Podrás cambiar tu moneda por esta antes de tu viaje, en cualquiera de las oficinas de Global Exchange en el mundo o en el propio país. Consulta la ubicación de sus oficinas en el siguiente mapa:

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