La excursión al Palacio de Peterhof es una de las más atractivas y más fáciles de realizar desde San Petersburgo, la que para muchos es la más bonita ciudad de Rusia y que nada tiene que envidiar a la capital, Moscú.
El Palacio de Peterhof se localiza a orillas del mar Báltico, a unos 40 kilómetros de San Petersburgo. Se trata de un enorme conjunto palaciego situado en la ciudad de Peterhof, de la que toma su nombre. Estamos hablando de una agrupación de pabellones y palacios construidos en el momento de máximo esplendor del barroco, durante el siglo XVIII. Su grandeza es tal que no pocos autores y visitantes conocen al Palacio de Peterhof con el sobrenombre de El Versalles Ruso.
Fue Pedro I de Rusia, apodado «El Grande», quien mandó alzar este conjunto palaciego, digno de su posición como zar de uno de los imperios más importantes del momento. Para ello, Pedro I contó con uno de los más importantes arquitectos del momento, el francés Jean-Baptiste Alexandre Le Blond, que no solo se encargó de diseñar el palacio sino también sus preciosos jardines.
Cómo llegar al Palacio de Peterhof
Para llegar al Palacio de Peterhof existen varias opciones. La más económica es el tren. Hay que tomar un convoy en la estación Baltiysky vozkal de San Petersburgo en dirección «Novy Petrodvorets». Tiene un coste de 90 rublos, un euro y poco. Desde aquí se puede coger un bus local hasta el palacio.
Otra posibilidad es tomar un minibús desde San Peterburgo, desde las estaciones de metro Antovo, Leninsky Prospekt o Veteranov Prospekt. Podéis consultar las distintas opciones que existen. La entrada al palacio tiene un precio de 700 rublos (unos 10 euros), pero si se quiere visitar los castillos, el tesoro y la iglesia, sube hasta los 1500 rublos.
Si os llega el presupuesto, la manera más bonita es tomar un hidroplano que parte justo por detrás del palacio. Cuesta unos 1500 rublos (21,5 euros). Eso sí, las vistas de San Petersburgo desde el Golfo de Finlandia son bellísimas.

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Los jardines inferiores del Palacio de Peterhof
Como en Versalles, los jardines tienen también aquí mucha importancia. Se trata de un enorme complejo de fuentes, canales, glorietas y cascadas que hacen las delicias de niños y mayores. Se trata de uno de los jardines palaciegos más bellos del mundo. En realidad, la estampa de las múltiples estatuas doradas con las fuentes y el palacio a sus espaldas es uno de los mayores recuerdos que se llevan los viajeros.
Las fuentes se encienden a las 11 de la mañana y lo hacen acompañadas de música. Es el momento en que todos los turistas se amontonan como si no hubiera un mañana. Hay que ser pacientes. Tras los minutos iniciales, los visitantes siguen recorriendo los jardines y se puede disfrutar con más tranquilidad de la belleza de las múltiples fuentes funcionando de manera armoniosa.
El Palacio Grande de Peterhof
Como comentaba, el Palacio de Peterhof es, en realidad, un conjunto palaciego dispuesto en varios palacios y pabellones. De ellos, el más importante de todos es el conocido como Palacio Grande.
Estamos hablando de un palacio ostentoso a rabiar, con múltiples dorados, espejos y querubines por doquier, como corresponde al Barroco, pero de unas dimensiones mucho más reducidas que casi todos los palacios reales europeos, incluido el palacio de Invierno de San Petersburgo. Y en cierta manera es normal, pues Peterhof no era más que la residencia estival de los zares de Rusia, que durante el resto del año residían en San Petersburgo.
Unas 30 habitaciones son las que se dispusieron en el Palacio Grande. Muchas de ellas son visitables. La Sala de Chesma es una de las más conocidas, presidida por doce pinturas de gran formato que nos recuerdan la victoria naval de Rusia frente al Imperio otomano. También son especialmente elegantes los Gabinetes Chinos, decorados en este estilo, algo que solía gustar bastante a los monarcas occidentales y que los zares rusos quisieron imitar para su Palacio de Verano.
La práctica totalidad de las salas que podréis ver durante la visita al Palacio Grande corresponden a los tiempos de la Emperatriz Isabel, quien lo embelleció hasta convertirlo en una verdadera joya, de la mano del arquitecto italiano Francesco Rastrelli. El Salón de Baile nos muestra la fastuosidad de aquellos tiempos en que Rusia era uno de los más grandes imperios del momento. No menos espectacular es el Salón del trono, como no podría ser de otra manera.
Los jardines superiores del Palacio de Peterhof
Tras visitar el Palacio Grande merece la pena echar un vistazo a los fenomenales jardines superiores. Además, esta vez no tendréis que pagar nada, pues es lo único gratuito en el complejo de Peterhof. Se trata de un jardín de estilo francés, donde destacan cinco bellas fuente. Estos jardines superiores de Peterhof quedan al sur del palacio, justo a su espalda.
La verdad es que el conjunto palaciego de Peterhof es una de las visitas más interesantes que hay que ver no solo en San Petersburgo, sino en Rusia entera.
¿Un consejo? Por último, os damos un consejo que os será de utilidad si sois de aquellos que no quieren perderse absolutamente nada durante la estancia a San Petersburgo. Quizá en este caso os merezca la pena adquirir la Sant Petersburg Card, una tarjeta donde se incluye la entrada a hasta 60 monumentos de la ciudad y alrededores (incluido el Palacio de Perterhof). Los precios van desde los 3500 rublos para 2 días a los 6500 rublos para 7 días.
Imágenes: Byron Howes, Davide P., shogunangel y Chilli Head.
Dónde cambiar moneda en Rusia
Para viajar a San Petersburgo, necesitarás rublos rusos. Podrás cambiar tu moneda por la rusa en el mismo país, con Global Exchange. Consulta la ubicación de sus oficinas en el siguiente mapa:
David Alejandro
5 Dic 2017Que chulada de Palacio. Y además cerquita de San Petersburgo. Esperamos visitar la ciudad en 2018 para las noches blancas. Lo apuntamos!