La capital italiana, Roma, es una imán para turistas. Es complicado encontrar un momento del año en el que plazas, ruinas e iglesias no estén atestadas de gente. Sin embargo, hay otros meses a lo largo del año en los que Roma está más tranquila; hay turismo, por supuesto, pero nunca llegará a esas cotas del verano, Semana Santa o cualquier puente, fechas que habitualmente son las esperadas por cantidad de viajeros para pasar unos días en la Ciudad Eterna.
Si uno decide escapar a Roma en otoño, y evita coincidir con esos fines de semana largos o puentes que sacan a todo el mundo de casa, podrá descubrir una ciudad más tranquila que en otras fechas, en la que además la temperatura invita a pasear entre ruinas o por esos jardines que comienzan a teñirse de dorado.
Además, hay que tener en cuenta que octubre o noviembre son temporada baja en la capital italiana, lo que hace que los precios sean algo más económicos y que por menos dinero uno se pueda alojar en un hotel algo mejor.
La única pega que podemos encontrarle a viajar durante el otoño a Roma es que los días son más cortos y, por tanto, la luz natural acompaña menos horas al viajero. Pero organizando bien el tiempo, uno puede disfrutar de la ciudad y pasar muchas horas al aire libre si el tiempo lo permite, dejando los museos para el verano, que es cuando el calor anima a entrar en ellos para evitar durante unas horas el tremendo y húmedo calor veraniego de la ciudad. La capital italiana ofrece paseos para todos los gustos. Habrá quien quiera contemplar todo el arte de la antigua Roma; otros que prefieran subir a sus colinas; y, por supuesto, habrá quien quiera recorrer Roma de plaza en plaza. Eso sí, estas tres rutas se pueden hacer sin gastar un solo euro y tienen algunos lugares en común. ¿Queréis saber cuáles son?
Ruta por las ruinas
Roma está llena de restos del antiguo Imperio Romano, tantos que algunos aún no han podido ser sacados a la superficie y descansan bajos los edificios de la ciudad que hoy podemos ver. Aun así, hay infinidad de cosas que harán las delicias de los viajeros, sean amantes o no de la arqueología. Una ruta sencilla e interesante puede comenzar conociendo el símbolo de Roma, el Coliseum o Anfiteatro de Vespasiano. En la misma plaza en la que se encuentra este monumento de la antigüedad, podemos ver el Arco de Constantino y desde allí caminar por la Vía dei Fori Imperiali. A ambos lados de esta se pueden distinguir los restos de los Foros de Trajano y Augusto, el Foro Imperial y el Mercado de Trajano. Si alguno se queda con ganas de más, tan solo tendrá que llegar a la cercana Plaza del Campidoglio para, desde su parte trasera, descubrir una de las vistas más bellas de las ruinas del Foro Romano.
La ruta continuaría hacia Largo di Torre Argentina, una plaza por debajo del nivel de la calle en la que se encuentran restos de cuatro templos de la época de la república y del teatro de Pompeyo. Desde aquí, es muy sencillo llegar a una de las joyas de la ciudad, el Panteón de Agripa, un templo circular hoy convertido en iglesia católica y cuya cúpula semiesférica sobre un tambor circular era típica de la arquitectura de la época.

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Ruta por las plazas
Probablemente este sea uno de los recorridos más atractivos que se pueden hacer en Roma. Caminando de plaza en plaza uno verá palacios renacentistas, obeliscos egipcios y fuentes barrocas. La lista de estos espacios es inmensa, pero podemos reducirla a algunas de las más monumentales, que harán al viajero disfrutar de espacios llenos de encanto.
La ruta se puede comenzar por una de las plazas más famosas de la ciudad, la de España. En ella, destacan sin duda la iglesia de Trinitá dei Monti, al final de la escalinata de la plaza, y la fuente con forma de barca a sus pies. La fontana di Trevi está en otra plaza a pocos metros de la anterior y tan monumental es la fuente que deja diminuta a la plaza que la acoge. Un corto paseo por la calles empedradas de la ciudad llevarán al viajero hasta la Piazza de la Rotonda, lugar que citamos en la ruta anterior y en la que se puede ver no solamente el Panteón, también hay un obelisco egipcio.
La siguiente parada será una de las plazas más elegantes de Roma: Piazza Navona. Sus fuentes, las fachadas de sus edificios, los vendedores de pinturas o su iglesia son el marco de una de las plazas que forman parte de la vida social y cultural de los romanos. Por último, ¿qué mejor forma de acabar este paseo de plaza en plaza que en la Piazza de San Pedro? Su columnata, obra de Bernini, cierra parte de la plaza dando la sensación de dos grandes brazos que acogieran a todo el que hasta allí llega, sea católico o no.
Ruta de las colinas
Hacer un recorrido por las colinas de Roma regalará al viajero vistas únicas de la capital italiana. Llegar caminando a todas puede ser un poco agotador, pero al menos se puede subir a tres de ellas para descubrir distintos panoramas de la ciudad. Una sería el Aventino, en la parte sur de la antigua Roma y que fue habitado por la plebe. Desde lo alto de esta colina, uno puede distinguir parte del Tiber y, al fondo, la cúpula de San Pedro del Vaticano, la cual también se puede ver a través del ojo de la cerradura del portón de entrada a la finca del Priorato de Malta.
También hay buenas vistas de San Pedro desde otra colina, el Quirinale. Allí hay una terraza a la que acudir sobre todo al atardecer, cuando la ciudad se tiñe de colores dorados mientras el sol desaparece en el horizonte.
Y por último, de nuevo nombrar el Monte Capitolino o Campidoglio, una de las colinas más visitadas de Roma y en cuya parte alta hay una majestuosa plaza diseñada por Miguel Ángel y desde la cual hay vistas sobre otros edificios cercanos. Pero sobre todo, destaca la mencionada vista del foro romano desde la parte trasera de la colina.
En cualquier caso, si alguno no se anima a recorrer Roma caminando, siempre puede recurrir al transporte público. Eso sí, recuerda que tendrás que pagar en euros por lo que si esta no es tu moneda, podrás cambiarla con Global Exchange.