Malí, octavo país en tamaño de África, es uno de los estados más interesantes para el viajero que desea disfrutar de este continente. Este país del África occidental se extiende a lo largo del Sahel, es decir, desde el sur del desierto del Sahara hasta alcanzar la sabana sudanesa, en la zona más occidental de la ancha franja africana que se extiende desde el océano Atlántico hasta Etiopía. Como puedes deducir, viajar a Malí ofrece experiencias muy diversas, motivadas, en primer lugar, por la gran extensión de esta nación.
Tras algunos años de cierta inestabilidad, el turismo está regresando nuevamente a Malí. Se trata de un país amable, donde es fácil disfrutar del calor de los lugareños y de la sonrisa de los niños. Aquí, todo viajero es recibido con hospitalidad por un pueblo ávido de interaccionar con el foráneo. Aunque para muchos viajeros África Subsahariana se reduzca a un viaje a Kenia y Tanzania, son muchos los motivos que hacen de Malí uno de los países más interesantes de África y, quizá, uno de los mayores tesoros del África Subsahariana.
Por todo ello, os desvelamos seis de las razones por las que debéis viajar a Malí. En caso de que te decidas a visitarlo, te recordamos que, para viajar a Malí, necesitarás el franco de África Occidental. Si viajas desde España, puedes disfrutar del servicio de cambio de moneda extranjera a domicilio de Global Exchange. Gracias a él, solo necesitarás preocuparte por disfrutar, ya que recibirás en casa la moneda solicitada.
1. Para disfrutar del colorido de los mercados africanos
Si por algo son conocidos los mercados africanos y, particularmente, los del África Subsahariana, es por el enorme colorido provocado por las telas con que los lugareños, particularmente ellas, gustan de vestir. Estampados de múltiples y vivos colores, a menudo con motivos florales y, casi siempre, complementados con los habituales pañuelos que ornamentan de manera casi universal la cabeza de las africanas.
Malí es uno de los lugares de África donde disfrutar de estos mercados es más fácil, ya sea en Bamako, la capital, o en cualquier aldea de provincias. Si quieres un buen hotel en Bamako, alójate en Le loft, muy acogedor y con el personal dispuesto a echarte una mano para todo lo que necesites.
2. Por conocer parte del mosaico étnico africano
Bambaras, fulanis, tuaregs, senufos, dogones… Son decenas los grupos étnicos que podemos conocer durante un viaje a Malí. Cada uno de ellos con sus particularidades, su vestimenta, sus ornamentaciones, su modo de vivir, sus tatuajes y escarificaciones en la piel o sus especificidades religiosas.
Aunque los mercados son un buen lugar para conocer varias de estos grupos étnicos de una tacada, no es nada difícil visitar aldeas bambara, peules o dogones, por ejemplo, donde poder comprender algunas de las singularidades de cada pueblo, además de maravillarnos con su arquitectura diseñada, casi por completo, con el uso del adobe.

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3. Por la sonrisa de los niños
En pocos lugares del mundo es tan fácil conseguir la sonrisa de un niño como en el África Subsahariana. Y Malí no es una excepción. Basta aprender algunas palabras básicas en francés (y, a menudo, ni tan siquiera es imprescindible) y dirigirse amablemente a un niño. A los pocos segundos, el viajero se encontrará en medio de un tumulto con decenas de niños riendo y dispuestos a jugar con él.
No es necesario ni recomendable regalar caramelos a los niños de cada aldea que se visite. Los más pequeños esperan, a menudo, solamente algo del tiempo de los viajeros. Con esto y la mejor de las sonrisas, se disfrutará de uno de los mejores momentos de cualquier viaje a Malí. ¿Un consejo? Juega con los niños pero intenta hacer pocos regalos (¡y menos dinero!). La sonrisa sin esperar nada a cambio es lo más bello de África. No lo cambies. Y si aportas material escolar, intenta entregarlo a los maestros para que ellos hagan el reparto que crean oportuno.
4. Para disfrutar de un relajante paseo en pinaza por el Río Níger
El Níger es uno de los ríos más importantes de África. Tras nacer en Guinea Conakry y recorrer más de cuatro mil kilómetros a lo largo de cinco países, desemboca en el Océano Atlántico, a nivel del Golfo de Guinea, en Nigeria.
Un buen lugar para surcar sus aguas es en la población de Mopti, donde el Río Níger dispone de uno de sus más importantes puertos fluviales. Las viejas pinazas siguen transportando a los viajeros desde Mopti hasta la emblemática Tombuctú, tras varios días de travesía.
Para los menos intrépidos, una tarde de navegación a lo largo del río Níger para acercarse a las distintas aldeas Bozo que se localizan en las inmediaciones de Mopti puede ser una experiencia suficientemente cautivadora. Y, por qué no, adornada con una de aquellas puestas de sol que solo África ofrece. Para alquilar una pinaza en Mopti no te queda otra que acercarte al puerto y negociar con alguno de los pescadores. Por unos 10 euros deberías conseguir un trayecto de una hora. Y si quieres observar la actividad del puerto, puedes tomar algo en el Bar Bozo, con excelentes vistas al puerto.
5. Por descubrir la arquitectura sudanesa
Malí es uno de los mejores países del mundo donde poder conocer las singularidades de la arquitectura sudanesa, un estilo que abarca parte del África Subsahariana y que es típica de países como Níger, Burkina Faso, Mauritania y el citado en este post. Particularmente, quizá sean las distintas mezquitas construidas enteramente en adobe los edificios más significativos de este estilo artístico. Las podremos encontrar en las distintas aldeas del país, producto del progresivo avance del Islam en el África negra.
Sin embargo, hay dos mezquitas que resultan imprescindibles. La primera, la de Mopti, una de las más bellas del país, enteramente construida en adobe y que data de principios del siglo XX. La segunda de ellas, la maravillosa mezquita de Djenné. Se trata del edificio de adobe más grande del mundo entero. Una construcción de dimensiones colosales en cuya restauración, pasada la temporada de lluvias, colabora, años tras año, el pueblo entero de Djenné. La Gran Mezquita de Djenné forma parte, de manera merecidísima, de las lista del Patrimonio de la Humanidad.
El mejor día de la semana para visitar la vieja Djenné es el lunes. En este se celebra uno de los más maravillosos mercados de África. Las mejores vistas de la mezquita se consiguen desde las terrazas de los locales situados enfrente. Para subir a ellas, basta pagar uno 1000 CFA, equivalentes a 1 euro y medio. Un buen hotel en Djenné es el Djenné Djenno, moderno pero respetando la arquitectura tradicional.
6. Por hacer un trekking por el País Dogón
Los dogones son una de las etnias más interesantes de Malí. Este pueblo vive alrededor de la falla de Bandiágara, una enorme fractura geológica que se extiende a lo largo de casi doscientos kilómetros y que presenta unos altísimos desfiladeros de hasta 300 metros de altura.
Gran parte de los más de medio millón de dogones que forman este pueblo ocupan las distintas poblaciones que se han establecido a lo largo de la falla, tanto en su base como en lo alto de los acantilados.
Pueblos interesantísimos donde disfrutar de una arquitectura construida enteramente en barro o del saber de los viejos del pueblo que se siguen reuniendo en las togunas para decidir el devenir de las aldeas. Pueblos de indudable y fotogénico encanto, donde las creencias animistas intentan no sucumbir al avance del Islam y donde aún es posible que un viejo hechicero lea el futuro del viajero a cambio de unas pocas monedas.
Este pueblo tribal tiene en sus danzas una de sus más interesantes particularidades culturales. Durante un trekking por el País Dogón, que suele tener una duración de entre 3 y 5 días, no será difícil coincidir con alguna celebración. Para hacer un trekking por el País Dogón te recomiendo que contrates un guía especializado. Las agencias de turismo de Bamako te pueden ayudar.
En realidad, estos son, únicamente, seis de los motivos que hacen de Malí uno de los destinos más atractivo del África Subsahariana.
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