Viajar a la Isla Grande de Chiloé – integrante del archipiélago homónimo situado frente a la costa centro-sur de Chile – es como meterte en la máquina del tiempo y retroceder, al menos, un siglo.
Es una tierra donde sus habitantes aguantan estoicamente las duras condiciones climáticas, mezclan una profunda creencia religiosa (católica) con una gran tradición mitológica, y trabajan duramente en ganadería, agricultura y pesca para poder sobrevivir.
Sus verdes y vírgenes paisajes – con selva valdiviana, una cadena montañosa que atraviesa la isla de norte a sur (Cordillera de la Costa) y extensas playas solitarias donde el Pacífico descarga su furia – son otros atributos que atraen cada año a miles de viajeros en busca de una magia que cada día cuesta más encontrar.
¿Cómo llegar?
En febrero del 2012 se inauguró el aeropuerto de Mocopulli, a 20 km de Castro (capital de Chiloé). La compañía LAN tiene vuelos regulares a y desde Puerto Montt y Santiago de Chile.
Yo viajé por tierra y tomé un autobús en Puerto Montt que me llevó al embarcadero de Pargua. Una vez allí, el autobús subió a un transbordador y desembarcamos en la localidad de Chacao, desde donde continuamos el viaje hasta Ancud.

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Las ciudades, sus habitantes y la mitología
Existen diez comunas en todo el archipiélago y la capital, Castro, apenas supera los 30 000 habitantes.
Las ciudades tienen un aire de desorden y dejadez que le dan cierto atractivo. Casas bajas de diversos materiales que parecen endebles se arraciman bajo un cielo generalmente gris. Para contrarrestar la oscuridad, las viviendas suelen estar pintadas de colores vivos y alegres.
Pasamos el tiempo justo tanto en Castro como en Ancud (antigua capital). En esta última visitamos el fuerte español de San Antonio, levantado en el siglo XVIII, y en la actual capital pudimos contemplar los coloridos palafitos, viviendas construidas sobre las aguas.
Después pasamos casi una semana en el pueblo de Cucao, una tranquila aldea minúscula a orillas del lago del mismo nombre. A cinco minutos caminando encontraréis una enorme playa solitaria que da al Pacífico y la entrada al Parque Nacional de Chiloé se encuentra a menos de 300 metros. Un lugar perfecto para un retiro en la naturaleza.
Fue precisamente en Cucao donde conectamos con la población chilote (así se llaman los habitantes de Chiloé). Silvia, una señora que nos acogió en su casa a cambio de 2000 pesos la noche (menos de 3 euros), nos presentó a todo el pueblo y fue nuestra compañera de tertulia cada noche junto a la chimenea.
Esta mujer encarnaba todas las características del chilote. Distante al principio y familiar después, dura como una piedra y se tocaba una pequeña cruz que le colgaba del cuello a la vez que nos contaba apasionantes historias sobre la pagana mitología chilota.
Los chilotes tienen un gran elenco de personajes mitológicos de los que destacan dos: el Caleuche y Trauco. El primero es un barco fantasma en el que viajan brujos que organizan fiestas cada noche. La brillante luz que despide y la jarana que tienen montada suele atraer a incautos marineros y navegantes que pasan a convertirse en esclavos de por vida. También realizan contrabando con algunos chilotes y es por ello que los que tienen algo de dinero en la isla son mirados con cierta desconfianza por sus vecinos.
En cuanto a Trauco es un fornido enano que odia a los hombres (si te tira el aliento puedes quedar desfigurado o morir en un corto plazo de tiempo), pero ama a las mujeres. A pesar de su apariencia, ellas quedan también hechizadas y se entregan sin pudor. La que se resiste acaba teniendo sueños eróticos hasta que no puede resistirlo más. A día de hoy, Trauco sigue siendo utilizado por algunas mujeres como excusa en embarazos fuera del matrimonio.
Paisajes, parques y actividades
La isla de Chiloé ofrece un sinfín de posibilidades a los amantes de la naturaleza.
El Parque Nacional de Chiloé se encuentra en la costa oeste de la Isla Grande y se divide en dos sectores: Chepu y Abtao. Engloba partes de playas de dunas, bosques valdivianos (arrayanes, quilas y tepas son los árboles predominantes) e incluso un islote -Metalqui- donde habita una gran colonia de lobos marinos.
Otro lugar que atrae a muchos viajeros es la pingüinera de Puñihuil. A unos 30 km al suroeste de Ancud existen unos islotes y zona de playa donde anidan y se reproducen dos especies de pingüinos que es muy complicado ver juntas: los de Humboldt y Magallanes. Además también se pueden alquilar kayaks para explorar la zona a golpe de remo. Si tienes mucha suerte, ballenas y delfines te acompañarán en tu aventura.
Para los amantes del trekking, os aconsejo emprender la caminata que lleva a la preciosa playa de Cole-Cole, en la comuna de Quinchao. Nosotros salimos desde nuestra casita de Cucao a las 8 de la mañana y caminamos bajo la lluvia durante largas horas. A lo largo del camino atraviesas pequeñas comunidades dispersas, largas playas deshabitadas, bosques y estrechos senderos labrados en verdes colinas, hasta llegar al premio final: la playa de Cole-Cole. Es un lugar solitario solo accesible en embarcación o mediante esa caminata. Un claro ejemplo del dramatismo paisajístico que encierra esta mágica isla.
Gastronomía
No os podéis marchar de Chiloé sin probar el típico curanto. Para realizarlo de forma tradicional, se cava un hoyo en la tierra y se calientan piedras en una hoguera en su interior. Cuando están incandescentes se retiran los tizones y se colocan los ingredientes que queremos cocinar. Después lo cubriremos con grandes hojas de pangue (una planta de la zona).
Normalmente el plato se compone de mariscos y pescados, longanizas y carnes, papas y algunas legumbres. Es decir, muy consistente.
En definitiva, Chiloé ofrece al viajero mitos y leyendas, paisajes y climas dramáticos con una flora y fauna propia de una zona aislada, un gran patrimonio religioso (más de 150 iglesias de madera de gran valor histórico), gentes duras y peculiares y una gastronomía diferente y rica. Ingredientes perfectos para cualquier destino.
Recuerda que la moneda oficial de Chile es el peso chileno y que podrás cambiarla por la tuya con Global Exchange.
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