Ciudad de México (antiguamente llamada México DF), con una población de 20 millones de habitantes, es una de las mayores y más pobladas urbes del mundo. Sin embargo, hace gala de una identidad muy particular, debido a la atractiva mezcla de modernidad con las tradiciones ancestrales que hoy en día siguen arraigadas entre los mexicanos.
¿Cómo tomar el pulso en un día a Ciudad de México? Parece tarea difícil, pero no lo es tanto. Visitar el centro de esta urbe es más que suficiente para empaparse del ambiente vibrante del corazón de México. Aquí tienes cinco lugares imprescindibles del centro histórico que no te puedes perder, si pasas un día en esta gran ciudad.
1. La Catedral.
Situada en pleno Zócalo, la plaza principal de Ciudad de México, está considerada una de las obras barrocas más importantes de América y la mayor construcción religiosa de Latinoamérica realizada por los españoles. A lo largo de su historia, la catedral (en la imagen de portada) ha sobrevivido a diversos terremotos y revoluciones. En su interior, se puede advertir la inclinación de suelos y muros debido a que su enorme peso se hunde en el mismo terreno que el antiguo lago Texcoco. En la cúpula central cuelga un gran péndulo que dibuja en el suelo el hundimiento e inclinación de la estructura de la Catedral a lo largo del tiempo.
2. El Templo Mayor.
Justo al lado de la Catedral, se pueden contemplar los restos del Templo Mayor de los mexicas. Esta edificación, que fue construida con pirámides superpuestas, fue el centro espiritual de su capital, Tenochtitlán. Allí se puede visitar también el Museo del Templo Mayor, donde se ven piezas arqueológicas que se encontraron en las excavaciones. Esculturas, pirámides, escalinatas y piezas únicas, como un monolito de piedra de la diosa Coyolxauhqui, hacen que el visitante pueda entender la forma de la simbología de los mexicas a través de su arquitectura. Esta visita, en pleno centro, es un viaje a los orígenes de la ciudad.
3. El Palacio de Gobierno.
Situado en la Plaza de la Constitución, este gran edificio, hoy en día, solo se utiliza para actos protocolarios. Antiguamente fue el lugar donde Hernán Cortés estableció su residencia tras la conquista de México. Esta residencia, con aspecto de fortaleza, se convirtió entonces en la sede del poder político de la Nueva España hasta que el incendio que hubo en 1692 lo destruyó. Se construyó de nuevo sobre los restos una nueva sede del gobierno colonial que, finalmente, tras la independencia de México, se convirtió en el Palacio Presidencial. Aunque lo más conocido del Palacio Nacional son unos murales de la historia de México del conocido pintor mexicano Diego Rivera.

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4. La Torre Latinoamericana.
El rascacielos de la Torre Latinoamericana, con 204 metros y 44 pisos de altura, es uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México. Fue en su día (en 1956) el edificio más alto de la ciudad y hasta ganó el récord del rascacielos más alto del mundo, fuera de Estados Unidos (y por lo tanto de Iberoamérica). Viendo el exterior del edificio se puede apreciar como su estilo se parece al Empire State Building de Nueva York, en el que se inspiró.
La curiosa historia de este edificio es que su torre fue el primer rascacielos del mundo que se construyó en una zona con un gran riesgo sísmico. En 1985, hubo un terremoto en la ciudad y la torre aguantó estoicamente, a pesar de que el seísmo provocó la muerte de unas 10 000 personas. La Torre fue utilizada como ejemplo para la construcción de edificios en otras zonas sísmicas en el mundo.
Una visita recomendable es la exposición sobre el terremoto en las plantas superiores de la torre, así como también su mirador al aire libre. ¡Las vistas de la ciudad son impresionantes!
5. Palacio de Bellas Artes.
El Palacio de Bellas artes se encuentra dejando atrás el Zócalo, en la Alameda Central. Es uno de los iconos arquitectónicos de esta urbe y uno de los recintos más elegantes que hay en Ciudad de México, dado que tiene una curiosa mezcla de estilos Art Déco y Art Nouveau. Su construcción, que empezó en 1904 y no se terminó hasta 30 años después, se hizo con la intención de dotar a la ciudad de un lugar para realizar eventos, como conciertos sinfónicos o la ópera.
El palacio es la sede de la Compañía Nacional de Teatro, de Danza, de Ópera, y de la Orquesta Sinfónica Nacional. A su vez, cuenta con varias salas de exposiciones en cuyas paredes se pueden admirar los murales realizados por Diego Rivera, Tamayo o Siqueiros. Vale la pena la visita solamente por ver estos murales.
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