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Florianópolis: de veraneo en la Isla de Santa Catarina

Florianópolis: de veraneo en la Isla de Santa Catarina

Ahora que los días son cortos y tengo que enrollarme la bufanda al cuello y tapar mi calva con un gorrito de lana es cuando más me acuerdo de los lugares en los que, en esta misma época del año, estaba bañándome en la playa y paseando por las calles en chanclas, bermudas y camiseta.

Si a ese recuerdo le añades una caipirinha en mi mano -noche sí, noche también- entonces lo focalizo más en Brasil y vienen a mi memoria los magníficos días que pasé en Florianópolis hace unos tres años.

Florianópolis es la capital del estado de Santa Catarina, situado en la parte sur de Brasil. La mayor parte de su territorio se encuentra construido sobre la superficie de la Isla de Santa Catarina, que es la que le da la fama turística.

Llegué a Floripa (como la llaman no solo los brasileños, sino casi todos los veraneantes argentinos y uruguayos que también se dejan caer por aquí) en un autobús proveniente del calor sofocante y las vastas extensiones salvajes de la zona de El Pantanal. Solo queríamos buscar la manera más fácil de llegar a una playa en la que remojarnos y descansar.

Imagen de Guarda do Embaú, Florianópolis

Eran los primeros días de diciembre, casi una de las mejores épocas del año para visitar la Isla de Santa Catarina. Al ser un lugar de vacaciones tan popular, durante los meses de verano -enero y febrero en el hemisferio sur- se convierte en un hervidero de turistas que disparan unos precios que ya de por sí no son nada despreciables. La temperatura es perfecta en la segunda quincena de diciembre y podréis disfrutar de todo sin aglomeraciones y a mejor precio.

Aún no habíamos salido de la desierta terminal de buses y ya teníamos alojamiento. Un hombre se nos acercó para ofrecernos una vieja casa, amplia y de una planta, situada a 15 metros de la playa de Barra da Lagoa, en el este de la isla. Dos dormitorios, dos baños y cocina equipada, por unos 9 euros por persona y noche. Bendita temporada baja.

Imagen de la playa de Barra de Lagoa

La isla de Santa Catarina está dividida para el alojamiento, tipos de playas y entretenimiento, según sus puntos cardinales.

En el norte se encuentra la zona de Canasvieiras, Jureré y Jureré Internacional (la más elitista). Aquí se concentra el turismo más internacional (principalmente argentinos) y combina, como un malabarista, el familiar y el de grupos de jóvenes en busca de fiesta. Las familias disfrutan de las aguas más calientes y tranquilas de toda la isla, y de las mejores infraestructuras fuera de la ciudad de Florianópolis. Los jóvenes utilizan la playa para el descanso del guerrero después de las noches locas de verano.

En el sur se concentran los viajeros más aventureros. Aquí las infraestructuras son más escasas y las playas, como la de Campeche, son de mar mucho más bravo y frío que sus hermanas del norte. Aquí encuentran su particular paraíso los buscadores de calas vírgenes donde pueden disfrutar de la naturaleza prácticamente en absoluta soledad.

En el oeste, uniéndose al continente, tenemos la ciudad misma. Florianópolis es una urbe que no tiene mucho atractivo para el viajero más allá de ser la capital del estado y el centro burocrático de la Isla de Santa Catarina. Está unida al continente por un largo puente y los visitantes suelen abandonarla en cuanto salen de la estación de buses.

Guarda do Embaú, Florianópolis

Fue en el este donde pasé la mayor parte de mis días en Floripa. Esta parte de la isla ofrece una especie de mezcla de todas las otras.

Barra de Lagoa no pasa de ser un pequeño pueblo de cinco o seis calles donde las antiguas casas bajas de una planta se han convertido en segundas residencias que son alquiladas a los turistas. Hay pequeñas tiendas y algún restaurante que hace que no tengas que moverte del pueblo si no lo deseas.

Nuestra vida allí era muy sencilla. Comprábamos algo de fruta fresca por la mañana (mangos, papayas, piñas y otras frutas tropicales que tenían un precio ridículo), bajábamos a la playa un rato, comida, siesta y por la tarde corríamos por la arena hasta la zona en la que se perdían los signos de civilización y el mar casi lame una zona de espeso bosque verde.

Imagen de la playa de Barra de Lagoa

Si os alojáis aquí y os apetece algo de fiesta, os recomiendo que vayáis a Lagoa da Conceição, un pueblo cercano que ha sido levantado a orillas de la homónima laguna de agua salada. En dos calles encontraréis toda la vida nocturna que echaréis de menos en Barra. Música en directo, restaurantes y bares a rebosar, caipirinhas y cervezas Brahma, para acabar en la discoteca John Bull.

Para los amantes del surf y del kitesurf hay dos playas que tienen las condiciones perfectas para la práctica de este deporte: Mole y Joaquina. Situadas en la parte este de la isla, al sur de Barra, puedes acceder a ellas en autobús público.

Sin embargo, dado el gran número y variedad de playas, la mejor manera de conocer la isla de Santa Catarina es alquilando un coche. A las mejores calas no es posible acceder en transporte público, y a algunas de ellas ni siquiera con privado, teniendo que dejar el coche aparcado a unos cientos de metros y realizar un trekking por caminos que atraviesan densas dunas. El premio, sin duda, merece el esfuerzo.

Quitaos el abrigo, tirad la bufanda al fondo del armario y, ¡venid a Floripa!

Recordad que la moneda oficial de Brasil es el real brasileño. Podéis cambiar vuestros euros o dólares en las oficinas que Global Exchange ha abierto recientemente en el país.

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Por último, para contar con la máxima tranquilidad, no olvides contratar tu seguro de viaje.

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