Para cualquiera a quien le guste moverse, viajar es una de las experiencias más intensas que podemos tener. Visitar lugares emblemáticos, vivir historias únicas y hacer muchas fotos es algo que solemos hacer, aunque no deberíamos olvidar que viajar implica muchísimas cosas más. Te dejamos una selección de 10 cosas que cualquier viajero debería hacer, al menos, una vez en la vida.
1. Viajar en transporte local
Si hay algo que nos permite conocer una ciudad o país, esto es, sin duda, moverse en transporte local. Aunque parezca mentira, el transporte suele ser una imagen del lugar en el que estamos, a parte de ser un sitio idóneo para conocer gente, compartir historias y, sobre todo, «ver la vida pasar» mientras se recorren kilómetros.
Autobuses, tuk tuk, trenes, chicken bus, triciclos, bicicletas, rickshaw… hay tantas opciones como quieras. ¿Te animas?
2. Probar la gastronomía local
Otra de las grandes maneras de conocer un país es a través de su gastronomía. En muchas ocasiones, nos parecerá comida exótica, en otros, demasiado picante o, quizás, incluso desagradable. Pero pese a eso, no deberíamos dejar de probar, al menos, algunos de los platos de la cocina tradicional y si es en algún restaurante local, esos que siempre están llenos de gente, mejor que mejor.
Puede parecer raro, pero la comida es otra gran forma de entender y sentir el país a través de los sentidos y, seguro, una forma de recordarlo a través del gusto.

Suscríbete gratis a nuestro boletín
Descubre los mejores rincones del mundo, de la mano de nuestros blogueros expertos en viajes. Recibe, cada semana, una nueva propuesta de aventuras en tu buzón.
3. Alojarte en un lugar tradicional o curioso
Podríamos escoger entre infinidad de ellos, solo tenemos que pensar en Japón para ver la cantidad de opciones que tenemos: hoteles cápsula, ryokan, hotel del amor…
El poder alojarte en un lugar tradicional te dará esa nueva visión, mucho más cercana al lugar en el que te encuentres. Porque, al final, en la mayoría de hoteles, en líneas generales, nos encontraremos con las frías habitaciones, con la misma decoración, que poco nos podrán aportar o explicar de la cultura local. Algo que, en cambio, en los alojamientos tradicionales podremos vivir y disfrutar de primera mano.
4. Perderse por la ciudad (o dejarse perder)
Sabemos que esto no es precisamente una acción que solamos hacer de manera consciente, pero solo tenemos que pensar en la última vez que nos perdimos para saborear esa sensación de libertad y, sobre todo, la sorpresa con la que se nos va presentando todo lo que vemos y nos rodea.
A veces no hay nada mejor que perderse por la ciudad para descubrir un nuevo mundo de sensaciones en las que dejamos atrás cualquier expectativa y cualquier visita marcada en el itinerario establecido. Piénsalo, seguramente esos serán algunos de los momentos que regresarán con nosotros después del viaje.
5. Dejarse llevar por la población local
Dicen que «donde fueres, haz lo que vieres». Creemos que no hay mejor forma de expresarlo y, sobre todo, no hay mejor manera de conocer un país y una cultura. En esto también incluimos el olvidarnos de los prejuicios y, en la medida de lo posible, adentrarnos en la cultura local y conocerla de primera mano. Porque lo mejor para entender el lugar en el que estamos es hablar con sus gentes y vivir lo que ellos viven, día a día.
6. Olvidarse de los mapas y guías
Si antes hablábamos de la necesidad de perderse en ciertos momentos, olvidarse de los mapas y guías también es algo que deberíamos poner en práctica de vez en cuando. Con eso no queremos decir que no se visiten los lugares importantes o turísticos. Es más, si lo son, por algo será, ¿verdad? Pero también es cierto que no todo lo importante o interesante sale en las guías o en los mapas, por lo que merece la pena dejarse guiar por el instinto o la gente local y buscar nuevos rincones interesantes.
Tampoco te olvides de los blogs de viajes, estos son una buena fuente de información y (casi) siempre, muy fiable.
7. Buscar algún lugar poco habitado y pasar unos días allí
No diremos ningún lugar en concreto, pero os aseguramos que disfrutar de la libertad que eso significa merece la pena, y mucho. A parte, en muchas ocasiones, lugares que parecen inalcanzables, están mucho más cerca de lo que imaginamos, no solo a nivel distancia sino también a nivel económico, algo que lo hace mucho más atractivo si cabe.
8. Madrugar (o acostarse tarde)
No hay nada más satisfactorio que madrugar y ver como un lugar vibrante en cualquier otro momento del día, a esas horas, permanece solitario, casi muerto. Si a parte te gusta la fotografía, estas horas son perfectas para aprovecharlas y disparar la cámara como si no hubiese un mañana. Muy pocas veces podrás encontrar Times Square sin gente, ¿no crees? Y si para eso tenemos que sacrificar horas de sueño, seguro que merece la pena.
9. Leer la prensa local
Otra de las grandes formas de adentrarse en una cultura es leyendo la prensa local. Acostúmbrate a desayunar con ella, en muchos alojamientos te la ofrecerán, aunque no sea del día, y conoce qué piensan y de qué hablan en el país en el que estás.
A parte, la prensa siempre es una buena manera de conocer ofertas, atracciones o lugares que quizás no habías tenido en cuenta.
10. Viajar sin billete de vuelta…
¿Cuántas veces has pensado en esto? Seguramente muchas.
Pues quizás haya llegado el momento de hacerlo o empezar a soñarlo, ¿no crees?