Visitar las ciudades coloniales de América supone uno de los reclamos más interesantes para viajar al Nuevo Mundo. La huella que holandeses, británicos, portugueses o españoles dejaron allí sigue presente cinco siglos más tarde.
Se trata de poblaciones donde el trazado ortogonal es la norma y, a menudo, están articuladas a partir de una plaza central. Las distintas viviendas, en muchas ocasiones de una sola planta, se distribuyen a partir de un patio que proporciona acceso a las distintas habitaciones. En este sentido, los colonizadores tomaron como referencia los palacetes de sus lugares de origen.
En este post os hablaremos de 4 de las más bellas ciudades coloniales de América.
Río de Janeiro (Brasil)
Son tantos los alicientes de Río de Janeiro, en Brasil, que a menudo nadie piensa en esta población como ciudad colonial. Y sin embargo, su distrito centro está impregnado del carácter proporcionado por aquellos primeros portugueses que llegaron a las costas brasileñas. Decenas de iglesias barrocas salen a nuestro paso. Pero de todas ellas, son dos las que se llevan la palma. Me refiero a la Iglesia y convento de San Antonio y al convento e iglesia de San Francisco. Esta última, es de un estilo rococó exultante. Su belleza justifica los 5 reales brasileños (sobre un euro) que cuesta la entrada.
En la plaza XV encontramos lo que en la época colonial desempeñaba el centro político y administrativo de la ciudad. Aquí se ubica el Palacio Imperial de Río de Janeiro, sede de la gobernación en época colonial. En la actualidad, se ha convertido en centro de exposiciones.

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Antes de acercaros al Monasterio de Sao Bento, considerado como una de las obras más importantes del rococó en todo Brasil, podéis hacer un receso en la Confeitaria Colombo, que lleva sirviendo cafés y pasteles desde hace más de un siglo y que es una de los establecimientos con más solera del país.
No hay que olvidarse, en este Río de Janeiro más colonial, la que es una de las más bellas bibliotecas antiguas del Nuevo Mundo. Me refiero al Real Gabinete Portugués de Leitura, convertida en la actualidad en biblioteca pública y que nos recibe con sus nobles maderas. Su fachada neogótica recuerda la de la estación do Rosio de Lisboa. Es de acceso libre.
Cartagena de Indias (Colombia)
El descubrimiento de esta bella ciudad colombiana se atribuye a Rodrigo de Bastidas, en 1502. Dicen que el nombre de Cartagena de Indias se debe a que la población se asentó en una bahía que recordaba a la española de Cartagena de Levante.
Sea como sea, nadie duda de que se trata de una de las más bellas ciudades de origen colonial de América. Un lugar para surcar con calma, descubriendo sus recoletas plazoletas y entrando en las muchísimas casonas convertidas en hoteles, centros expositivos o restaurantes con encanto. No os perdáis la Torre del Reloj en la Plaza de los coches. Es la torre que decora la que era una de las entradas naturales a la ciudad colonial. A 50 metros, en Madre Sierva, podréis degustar las mejores arepas de Cartagena, ese manjar tan simple, pero convertido casi en plato nacional.
En la plaza de San Pedro, os encontraréis con una de las más monumentales construcciones de la época colonial. Es la iglesia de San Pedro Claver, el museo adjunto nos cuenta acerca de la historia de la ciudad. De sumo interés resulta también la plaza de la Aduana, que recibe el nombre porque era precisamente donde se ubicaba la aduana de la época colonial. La estatua de Cristóbal Colon, tallada en mármol de Carrara, preside la plaza.
Pasearos también por la Plaza de Santo Domingo, presidida por la iglesia homónima. El claustro contiguo a la iglesia, que formaba parte del monasterio dominico, es la sede de la Agencia Española de Cooperación. Es de libre acceso y suele ofrecer exposiciones de interés. Justo enfrente encontraréis la Gordita, una escultura obra de uno de los colombianos más universales: Fernando Botero.
Quito (Ecuador)
Quito, capital de Ecuador, es otra de las ciudades que nos recuerdan el paso de los españoles por el Nuevo Mundo. Se trata, además, de uno de los conjuntos históricos mejor conservados y más esplendorosos de todo el continente.
En la plaza de la Independencia encontraréis lo que eran los centros de poder civil y religioso ya en la época colonial. El Palacio arzobispal, el Palacio Municipal, la Casa de los Alcaldes o la Catedral Metropolitana se ubican en esta plaza presidida por el Monumento a la Independencia.
Sin embargo, es la iglesia de la Compañía de Quito el gran monumento que nadie debe perderse en Quito. Supone uno de los momentos culminantes del rococó en América. Porque parece que no haya rincón en esta iglesia donde el dorado y los querubines no sean protagonistas. Merece la pena pagar los 5 dólares americanos (unos 4 euros) de la entrada.
No menos impresionante resultan la iglesia y el convento de San Francisco, ubicados en la plaza homónima, otro de los centros neurálgicos de Quito durante los últimos 400 años.
Para terminar el recorrido por Quito, os recomiendo subir hasta el Panecillo, una suave colina desde donde se disfruta de unas preciosas vistas de todo el centro colonial de la monumental Quito. Podéis acceder al Panecillo con un taxi que nos debería costar más de 3 USD (unos 2 euros).
Willemstad (Curazao)
En esta ocasión, no fueron ni españoles ni portugueses quienes fundaran Willemstad, actual capital de Curazao, aunque sí que fueron los españoles los primeros en poner los pies en la isla. Cuando en 1634 los holandeses se hicieron con la plaza, fundaron Punda. Posteriormente hicieron lo propio con Otrabanda. Y ambas juntas, suponen los dos barrios más interesantes de esta población de marcado carácter colonial.
Aquí no encontraremos casonas blasonadas articuladas a partir de un patio central, sino viviendas de dos y tres pisos que recuerdan a las que podemos encontrar en los Países Bajos. Tras pasar por el Puente de la Reina Emma, nos encontraremos con el vital barrio de Punda. No es extraño que la llamen la Ámsterdam del Caribe, con sus coloridas edificaciones terminadas con glabetes y volutas. Visitad la vieja sinagoga, una de las más antiguas de América, y que sigue prestando sus servicios casi 250 años más tarde de haber sido fundada o el mercado flotante de Waaigat, donde las pequeñas embarcaciones de madera sirven de vivienda a los comerciantes del mercado.
En el centro histórico, otro edificio nos llama la atención. Se trata de la Catedral, pintada en colores pastel y alzada en 1882. Es la edificación más antigua entre las de origen colonial.
Willemstad, Quito, Cartagena de Indias y Río de Janeiro. Cuatro de las ciudades de origen colonial más antiguas e interesantes de América. Cuatro tesoros que encandilan al más exigente de los viajeros y que os aconsejo que visitéis en alguna ocasión.
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