Copenhague, la capital de Dinamarca, es una ciudad sorprendentemente vital y que merece una visita pausada de, al menos, tres días. Sin embargo, más allá de la capital danesa, es aconsejable dedicarle un par de jornadas a visitar los alrededores, pues dispone de varios lugares de sumo interés.
Una de las excursiones que merece la pena realizar desde Copenhague es la que os llevará hasta los castillos de Frederiksborg y Kronborg. Ambas visitas se pueden realizar en una sola jornada y son bastante fáciles de organizar en transporte público.
El Castillo de Frederiksborg
El Castillo de Frederiksborg se localiza en la población de Hillerød, unos 40 kilómetros al norte de Copenhague. Podéis tomar un tren en la estación central de la capital danesa que os acercará hasta Hillerød en unos 45 minutos, por 92 coronas danesas (unos 12 euros). Desde allí os espera un paseo de casi 20 minutos hasta la fortaleza. Los más perezosos podéis tomar los buses 301 o 303.
El Castillo de Frederiksborg fue alzado en tiempos de Christian IV, el más longevo monarca de Dinamarca, que ostentó el poder durante 59 años. La nueva fortaleza se construyó sobre los cimientos de un antiguo castillo.
El nuevo proyecto supuso uno de los más maravillosos ejemplos del Renacimiento al norte de los Alpes. Para ello, el monarca contrató los mejores arquitectos del momento.
La imagen del Castillo de Frederiksborg es ciertamente espléndida, pues está construido sobre tres islotes ubicados sobre el lago Slotssøen. La visita al Castillo de Frederiksborg tiene un precio de 75 DKK (unos 10 euros) y permite conocer las distintas estancias que hoy forman parte del Museo de Historia Nacional. Lo más interesante es el Ala del Rey y el Ala de la Princesa. Una de las habitaciones más impresionantes es la Estancia de la Rosa, en el Ala del Rey. Maravillosamente culminada por un conjunto de bóvedas rebajadas que se sustentan sobre pilares, en su momento desempeñó las funciones de comedor real.

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Es, sin embargo, el Riddersalen, o Gran Salón, la estancia más sobresaliente. En la actualidad, se puede visitar la reconstrucción llevada a término en la segunda mitad del siglo XIX. Se trata de una estancia enorme, larga y ancha, con un artesonado que deja sin aliento y unos riquísimos suelos de mármol. Pinturas y tapices decoran las paredes y nos recuerdan las andanzas de Christian IV, un auténtico héroe nacional. La enorme araña que pende del techo nos recuerda que no se escatimó en gastos para el diseño de este castillo.
Antes de abandonar el castillo merece la pena echar un vistazo a la Capilla Real, ubicada en el ala occidental de la fortaleza. Es original del siglo XVI y supone una maravilla de la ornamentación con estucos, con abundantes dorados, estatuas y elegantes columnas adosados.
El paseo por el jardín barroco del siglo XVIII supone el broche de oro a la visita al Castillo de Frederiksborg, antes de seguir con nuestro próximo objetivo.
Castillos de Kronborg
El Castillo de Kronborg es conocido también como el Castillo de Hamlet. El motivo no es otro que William Shakespeare situó en esta fortaleza la famosa historia de Hamlet. Sin embargo, el castillo actual corresponde a la época de Federico II, quien a finales del siglo XVI convirtió el viejo castillo del siglo XIV en otro bello ejemplo del Renacimiento danés.
También podemos llegar en tren hasta el Castillo de Kronborg. Menos de treinta minutos unen las poblaciones de Hillerød y Helsingør (68 DKK, unos 9 euros), que es donde se ubica el castillo que, por cierto, ha sido incluido dentro de la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad. Desde la estación tocará andar poco más de un kilómetros hasta llegar a la fortaleza que se sitúa en la punta este de Dinamarca. Enfrente, las costas suecas aparecen a no más de cinco kilómetros.
El Castillo es, en la actualidad, la sede del Museo Marítimo y de Comercio de Kronborg y la entrada tiene un coste de 90 DKK (unos 12 euros), aunque se agradece que los niños hasta los 18 años estén libres de cargo, puesto que Dinamarca no es un país precisamente barato. Este palacio es, sin embargo, bastante más rústico que el de Frederiksborg. La capilla del palacio es quizá su elemento más distintivo, pese a que los más pequeños gustan de perderse por las casamatas y por los distintos pasadizos secretos del palacio.
Un buen momento para visitar el Castillo de Kronborg es cuando este se convierte en la sede del Festival Shakespeare. A este evento acuden las mejores compañías de teatro de Escandinavia y del resto de Europa. El escenario se sitúa justo enfrente del foso de la fortaleza, que queda iluminada por detrás mientras se escenifican algunos de los más famosos dramas de Shakespeare. Las entradas salen a la venta a principios de mayo.
Otra posibilidad es apuntarse a una de las visitas guiadas que el propio castillo ofrece y a la que llaman Siguiendo las pistas de Hamlet. El recorrido permite conocer dónde transcurren las escenas de una de las obras imprescindibles de la literatura mundial. Esta puede suponer una muy buena manera de visitar el Castillo de Kromberg y que, además, suele gustar tanto a mayores como a los más pequeños de la casa.
Imágenes: stibou5, David Blangstrup, Chriskay, Anders Illum y Amanda Farah.
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