Cuando el navegante Hernando de Magallanes desembarcó en la Patagonia, en el año 1520, para fundar San Julián, supo al instante que sus pies estaban horadando una tierra inhóspita donde el hombre no es rival para la naturaleza y la subsistencia se convierte en una tarea que agota las energías de los más aguerridos.
Desde entonces, historias y leyendas sobre expediciones arruinadas a su paso por el Estrecho de Magallanes y resistencias indígenas en este rincón del mundo han llegado a nuestro oídos tras siglos de aventuras y desventuras.
Aunque la Patagonia tiene una cruz para el hombre, para el amante de la naturaleza salvaje y la aventura ofrece su cara. Chile y Argentina ocupan esta región del planeta y existe belleza a raudales a ambos lados de las inermes fronteras establecidas por el hombre. Patagonia solo hay una y no conoce dueño.
El glaciar Perito Moreno (Argentina)
A pesar de las fotos y vídeos que circulan por internet, nadie puede imaginar la sensación que le va a producir ver, a tan solo unos metros, la inmensa pared blanca-azulada que es el glaciar Perito Moreno, en la provincia argentina de Santa Cruz. Es uno de esos lugares que te hacen sentir minúsculo ante el vasto poder de la naturaleza.
Está situado en el Parque Nacional de los Glaciares, siendo la piedra angular y el máximo reclamo de este parque, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981, y que reúne más de 45 glaciares en un entorno natural inigualable, formado por montañas andinas, ríos, lagos, bosques y arbustos, donde una fauna y flora endémicas atraen a multitud de estudiosos de la materia.
El Perito Moreno ni siquiera es el más grande de los glaciares del parque, siendo superado por el Upsala, pero sí es el más expuesto, ofreciendo una pared de hielo de hasta 5 km de longitud y 60 metros de altura en algunos puntos. Una de las atracciones principales de la visita es tomar un pequeño barco y deslizarte con parsimonia en paralelo al muro azulado.

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Debido al cambio climático y a la naturaleza intrínseca al glaciar, el Perito Moreno te regala un espectáculo que es difícil de olvidar. Grandes pedazos de hielo se desmembran de la pared principal cada pocos minutos, provocando un gran ruido, acompañado por un bello espectáculo visual y un oleaje que hace que las barcas tengan que mantener una cierta distancia de seguridad.
Para llegar al lago argentino, en cuyo brazo sur se encuentra esta lengua de hielo (el Upsala está en el brazo norte), lo mejor es partir de la ciudad de El Calafate, situada a 80 km y preparada para alojar a las decenas de miles de turistas que llegan cada año. El aeropuerto más cercano es el internacional Comandante Armando Tola, y por autobús se accede por la ruta 11. Si no dispones de coche propio, puedes contratar multitud de excursiones que parten de El Calafate.
Una vez en el parque, lo bonito es que todo en sí es digno de disfrutarlo. El glaciar es el imán más potente, pero solo vagabundear por las sendas, entre árboles y arbustos, respirando el aire frío y sano, te hace amar la Patagonia.
Parque Nacional Torres del Paine (Chile)
Si partimos desde el Parque Nacional de los Glaciares y nos dirigimos al suroeste, cruzaremos la línea imaginaria que divide Argentina y Chile y arribaremos al Parque Nacional Torres del Paine, uno de los mejores lugares de Sudamérica para realizar un trekking inolvidable.
El viaje en autobús desde Calafate es largo ya que las conexiones no son buenas y tardas muchas horas en llegar a Puerto Natales, situado unos 110 km al sur del parque. Sin embargo, todo esfuerzo vale la pena.
Ya dentro del parque, puedes elegir entre distintos tipos de caminatas, dependiendo de tu nivel de preparación y del tiempo del que dispongas. El recorrido más popular, de 55 kilómetros, es el llamado «Trekking de la W», que se puede realizar en cuatro días y tres noches y te lleva a experimentar casi todos los posibles paisajes del parque.
El trekking puedes hacerlo cargando una pequeña y liviana mochila donde lleves las cosas más imprescindibles o portando todo tu propio equipo a la espalda. Si eliges la primera opción, podrás dormir en los refugios que se encuentran ubicados al final de cada etapa. Son cómodos y están muy bien equipados, incluyendo un servicio de comidas para quien así lo requiera. Es un buen lugar para juntarte con otros viajeros de distintos países y poder charlar sobre la pasión de los viajes.
Si eres más independiente y prefieres dormir en tu propia tienda de campaña, como hice yo, existen varios campamentos donde plantarla. Nosotros cargamos también nuestros propios utensilios de cocina y pasamos cuatro días a base de arroz con verduras y polentas, alimento energético, pero que llegas a aborrecer. Si eliges cocinar, debes tener mucho cuidado porque el parque ha sido arrasado por terribles incendios en las últimas décadas, siendo el último en 2011, y en el que se necesitó apoyo internacional para sofocarlo.
De cualquier manera, camina por esas sendas patagónicas rodeadas de glaciares, como el Grey; lagos de azul intenso, como el Pehoé o el Sarmiento; y bosques y arbustos que tiñen el horizonte de distintos verdes y marrones. Todo ello acompañado de las manadas de guanacos, protegidos con su piel lanosa del intenso frío que asola la región en invierno. Enfréntate, después de 4 días de caminata, a la espectacular visión de las famosas torres, cuya curiosa forma da nombre al parque.
La Patagonia no te defraudará.
[cta id=»{{insert_default}}» align=»none»]La entrada al Parque Nacional de los Glaciares cuesta 260 pesos argentinos, mientras que la de Torres del Paine está entre los 10 000 (temporada baja) y los 18 000 (temporada alta). Podrás conseguir tanto pesos argentinos como pesos chilenos cambiando con Global Exchange.